martes, 29 de junio de 2010

Museo Nacional Afroperuano




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MUSEO NACIONAL AFRO PERUANO
En los predios del que fuera residencia de la familia López Flores de Puente Pelayo, construcción que data de época del Virreinato del Perú, está instalado el MUSEO NACIONAL AFRO PERUANO.

Esta antigua casona que fuera reconstruida en 1780, pues los terremotos de 1687 y luego el de 1746 la dejaron casi en ruina, en el siglo XIX era conocida como la “Casa del Arzobispo” en relación a que fuera ocupada por el arzobispo de Lima y ya en 1947 la ocupó Bernado Moravsky, quien la restauró internamente para habitarla.

Moravsky colocó, en el frente de la casa, un escudo familiar en el que destacaba una de las alegorías conformada por13 monedas y la otra parte conformado por 5 flores de lis. Por ello, al fundarse un restaurante aristocrático en ese mismo local, se le puso por nombre Restaurante “13 Monedas”. Corrían los primeros años de los 60 hasta los 80, en que dejó de existir ese elegante lugar del buen comer.

El Congreso de la República la restauró y dio realce a las alegorías de las elegantes mansiones limeñas, manteniendo la esencia de los motivos que le permitieran ser considerado un Monumento Nacional en el año 1973. Hoy es el museo Afro Peruano.

Las entidades comprometidas con la remodelación y puesta en valor son la Mesa de Trabajo Afroperuana del Congreso de la república y el Congreso de la República del Perú.

“EL MUSEO NACIONAL AFROPERUANO nace por iniciativa de la Mesa de Trabajo Afroperuana del Congreso de la República, es un espacio multidisciplinario de diálogo y concertación constituido por personas naturales y jurídicas identificadas con la problemática y la cultura afroperuana” reza en el catálogo que usted puede recibir de manos de los jóvenes guías que están prestos a entregarle información del nacimiento, condiciones de vida y evolución de estas mismas condiciones. Hay imágenes desde casi el mismo tiempo de su llegada desde el continente africano de los primeros hombres y mujeres afro a nuestro país y a otras latitudes de este Continente.

Hay pinturas, dibujos y testimonios de lo que fue un calvario en sus vidas desde el mismo momento de tocar tierras americanas. Pero, también, esta la evolución de su condición de seres humanos, aunque por aquellos años muchos se empeñaron en mostrar y mostrarles lo contrario.

Desde esos mismos tiempos, su espíritu rebelde, los enfrentó a un subyugamiento que su condición de seres que, con todas las condiciones de los otros pobladores de la tierra, les era inherente al derecho de vivir, disfrutar y poblar la tierra. Cimarrones les llamaron a aquellos que empezaron el largo camino de la emancipación y el derecho a decidir en su vida. Las condiciones de vida, de esta decisión, fueron duras, pero lo entendieron como que era el precio que habían de pagar por la libertad de hacer lo que les viniera en gana sin que esto tuviera que esperar aprobación ninguna. Una decisión intrépida, pero como todo triunfo o logro en la vida, tenía sacrificios que soportar y superar.

En el museo hay historias, acuarelas, dibujos y pinturas de quienes encontraron, en esa expresión creativa, una forma de liberar el espíritu o de otra forma de denuncia de seres que tienen el color de la piel como una variante de las circunstancias climáticas y una forma de mimetización con el entorno de condiciones y bienestar para una convivencia y buenas relaciones humanas con sus pares.

El Museo AFROPERUANO es un cúmulo de objetos, vestigios que datan de la época colonial donados por personas e instituciones, que sirven como evidencia de lo acontecido y, algunas, como la forma de vida que ocurrió en aquellos tiempos. Hay grilletes, grillos y cepos. También hay documentos, contratos y/o documentos de propiedad y de liberación en nacientes años republicanos. Pero en esta recopilación diversa se nota un relato verídico de los hechos. Para algunos duros, para otros reales, pero es que ello sucedió así y se debe interpretar como una realidad pasada, experiencias vividas. Está en cada uno de los o las visitantes darle la interpretación que se le debió dar en aquellos tiempos en que las cosas no eran fáciles para los afros vivientes en la época.

El museo AFROPERUANO guarda la responsabilidad de seguir investigando y de transmitir los resultados a toda la comunidad que lo visita. Es el lugar preferente para las expresiones artísticas de quienes son el motivo de su fundación.

Jorge Luyo Yaya
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Director

Artículo publicado en los bloggs:
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ESPIRITU LA PROMESA en Lima...

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El Museo Nacional AfroPeruano ha organizado el expectáculo ESPIRITU LA PROMESA con la participación del Centro Cultural Afroperuano San Daniel Comboni de El Cármen de Chincha. La reunión será el miercoles 30 de junio al medio día.
La dirección es en la 5 cuadra del jirón Ancash (altura de Abancay)en el centro de Lima, en lo que fue el restaurante Trece Monedas.

El Hincha...

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En época de fútbol es bueno conocer algunos detalles de este apasionante deporte. Por ejemplo ¿cuántos nos hemos preguntado de dónde viene la palabra "hincha"?, ese sufrido personaje seguidor de un equipo o el triunfador y alegre "celebrador" de los triunfos del equipo de sus amores. Aquí le presentamos una de lo que podría ser la historia del individuo que dio nombre al seguidor de un equipo.
El autor es anónimo, pero es interesante conocerla.

El "hincha" también lo es en el arte y con mayor proporción en las multiples expresiones del llamado arte negro.

hincha
El primer hincha de fútbol de la historia vivió en Montevideo a comienzos del siglo XX; trabajaba en el Club Nacional de Fútbol, el segundo club uruguayo por antigüedad. Era de profesión talabartero y estaba encargado de inflar (hinchar) los balones del Parque Central, la sede del Nacional. Se llamaba Prudencio Miguel Reyes, pero era más conocido como «gordo Reyes» o «el hincha».

Nuestro hombre, partidario fanático del club montevideano, y sus gritos estentóreos: « Nacional!» eran famosos a principios del siglo pasado en las canchas donde jugaba su club. Y es fácil imaginar cómo resonarían los gritos del talabartero si se tiene en cuenta que inflaba las pelotas sólo con la fuerza de sus pulmones.

Durante los partidos, otros aficionados solían comentar ante las ruidosas demostraciones de Reyes: «Mirá cómo grita el hincha». Y poco a poco la palabra hincha se fue aplicando a los partidarios del Nacional que más gritaban en los partidos; más tarde se extendió a los demás y, finalmente, a los partidarios de todos los clubes.

La palabra se extendió al resto del mundo hispanohablante con los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928, cuando el fútbol de Uruguay ganó sendas medallas de oro, y en el Mundial de 1930 de Montevideo.